| PINTURA EN JALISCO 
     1950-2000.
  Museo de la SHCP. ANTIGUO PALACIO DEL ARZOBISPADO. Moneda 4, Centro
  Histórico. Cierra: 24 de junio de 2001       PERSONAJE
  DE FIN DE SIGLO SHCP
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 Los
  pintores jaliscienses siempre han destacado en la historia del arte mexicano.
      Gerardo Murillo “Dr. Atl”, José Clemente Orozco, María Izquierdo, Raúl Anguiano,
  Jesús Guerrero Galván y Juan Soriano, entre otros, figuran como emblemas
  del muralismo y de la Escuela Mexicana de Pintura son prólogo del surgimiento
  de una nueva generación de artistas que, en la segunda mitad del siglo XX,
  cuestionaron los postulados estéticos de la pintura nacionalista para innovar
  los lenguajes plásticos que definirían a la pintura actual de Jalisco.
   Para
  evidenciar cómo la diversidad es la característica fundamental que define a
  dicha producción, en esta muestra los caminos abordados por sus autores en
  los últimos cincuenta años se delinean de manera retrospectiva iniciando en
  la última década del siglo XX. La personalidad de cada artista se manifiesta
  en su manejo formal, el cual reúne la riqueza de escuelas anteriores para
  obtener un lenguaje particular adecuado a sus necesidades de expresión. Lo
  anterior ofrece al visitante una revisión histórica de los capítulos poco
  estudiados de la plástica jalisciense con la intención de abrir nuevas líneas
  de investigación que profundicen en el conocimiento de un periodo
  representativo del arte y la cultura mexicanos. LOS
  NOVENTA Una
  tendencia propia de la pintura de los años noventa fue incursionar en una
  búsqueda cuyo principal soporte era la reflexión conceptual. La exploración
  de la arqueología psicológica del individuo, la interpretación metafórica de
  la sociedad posindustrial, el sarcasmo social o el uso de la poética del
  espacio son los andamiajes de una pintura que se sostiene en un
  cuestionamiento crítico de los géneros tradicionales que le antecedieron y en
  la ambigüedad de la crítica social.     LA
  CIRQUERA SHCP
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 LOS OCHENTA
         Continuando
  con la lectura hacia el pasado, nos ubicamos en la década de los ochenta, en
  cuyos inicios, Javier Campos Cabello, Martha
  Pacheco, Salvador Rodríguez,
  Irma Naranjo,
  Miguel Ángel López y Jesús Rodríguez, egresados de la Escuela de Artes
  Plásticas, formaron el Taller de Investigación Visual con objeto de
  experimentar diversas propuestas pictóricas que vincularan su quehacer
  plástico con los movimientos sociales, sacrificando la individualidad en aras
  de un arte de expresión colectiva. Para entonces la pintura en Jalisco se
  caracterizaba por explorar una diversidad de lenguajes inscritos en la
  figuración, ya sea en un intento para volver a las raíces de la pintura y
  recuperar las posibilidades del dibujo en sus formas más puras, o bien, para
  construir singulares propuestas figurativas que se opusieran a las tendencias
  abstractas que dominaron en la década anterior. LOS
  SETENTA Hacia
  fines de los años setenta, como respuesta a la tendencia del Centro de Arte
  Moderno de Jalisco, que rechazó toda influencia figurativa en la pintura,
  surgió el grupo de los vitalistas integrado por Jorge Alzaga, Alejandro Colunga, Gregorio González, Ramiro
  Torreblanca, José Hernández Laos y Luis
  Valsoto cuyas ideas fueron retomar
  una figuración sustentada en los mitos tradicionales de la cultura haciendo
  de aquella el elemento comunicante de su lenguaje plástico. Como influencia
  del movimiento vitalista, los artistas comenzaron a desarrollar obras para
  dar a conocer sus visiones oníricas, los retratos grotescos de las leyendas
  populares o estampas del acontecer cotidiano.
   LOS
  SESENTA En
  la década de los sesenta, la producción de Javier Arévalo, Héctor Navarro, Gustavo
  Aranguren y Ramiro Torreblanca, evidencia una pintura que sin dejar
  de ser figurativa, rozaba con los límites de la abstracción. Los artistas de
  esta generación, inscritos dentro del ambiente de la llamada ruptura, se
  ocuparon en hacer un arte que combinara espacio, color y materia para dejar
  atrás la historia, los héroes y paisajes nacionales propios del discurso
  pictórico de la Escuela Mexicana de Pintura. Fue Torreblanca quien en 1970
  impulsó la creación del Centro de Arte Moderno de Jalisco cuyos miembros,
  conducidos por Miguel Aldana Mijares, experimentaron con el geometrismo y la
  abstracción lírica en donde el espacio y los colores fueron los principios
  formales que caracterizarían esta etapa de la pintura jalisciense.
   LOS
  CINCUENTA La
  exposición puntualiza también la importancia de los creadores extranjeros
  como Tomas Coffeen, Mathias Goeritz y Richard Lapan quienes llegaron a
  Guadalajara hacia 1950 animando las expresiones pictóricas regionales, al
  introducir las propuestas e ideas estéticas de la Bauhaus y de las corrientes
  europeas en boga, las cuales entraron en franca oposición con la postura de
  los pintores Guillermo Chávez Vega y Gabriel
  Flores, fundadores en 1951 del Frente Artístico Neorrealista de Jalisco, grupo
  que proponía la vuelta al muralismo y el rechazo a la pintura abstracta a la
  que calificaban como “extranjerizante”. La
  exposición termina apuntando la importancia de la Escuela de Artes Plásticas,
  dependiente de la Universidad de Guadalajara, institución fundada en 1953 por Jorge Martínez. Los maestros incorporados
  a la planta docente de esta escuela pertenecieron al grupo Pintores Jóvenes
  de Jalisco encabezado por Francisco Rodríguez ”Caracalla”. A la agrupación
  también pertenecieron María de la O Fernández, Jorge Navarro, Raúl
  Anguiano, Alfonso Mario Medina, Jesús Guerrero Galván y Juan Soriano, pintores que con su peculiar estilo buscaron un
  lenguaje propio al margen de la ruta marcada por el muralismo y la Escuela Mexicana
  de Pintura.  
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